Paseando por las calles de Tegus, te topás con cada historia que ni sabes porque. Cada esquina te cuenta un rollo, como cuando andás perdido en la internet, ese tremendo mar de información.
Pero, pucha, ¿será que todo lo que sabemos los catrachos y la humanidad entera ya está en la red?.
Chapuceando en la Web: Una Vuelta Cibernética
Imaginate manejando por las carreteras de Honduras, cada vuelta te muestra un paisaje más pintoso. Así es navegar en la Internet, cada clic es como abrir la puerta de una casa nueva.
Con un montón de páginas, blogs, y foros, la internet es una biblioteca gigante que ni cierra ojos. Pero, ¿será que ahí está todo lo que hemos aprendido?.
Lecciones de la Vida: Lo que no se Aprende en el Internet
En una noche clara en La Ceiba, te das cuenta de algo: hay cosas que solo se aprenden viviéndolas. Como ese nervio del primer beso, o la risa con los aleros jugando pelota.
Esas experiencias son como las estrellas, no las agarrás en la Internet, pero iluminan nuestra vida.
El Saber Invisible: Joyas Fuera del Internet
En los mercaditos de San Pedro Sula, entre el olor a café y el relajo de la gente, hay historias que no están en libros.
Son saberes que flotan en el aire, como la receta secreta de las baleadas de Doña María, o las historias de los abuelos bajo un guanacaste.
Ese conocimiento es como el agua de nuestros ríos: no siempre lo ves, pero es vital para nuestra cultura.
Por mas calidez tropical. Adios a lo frío del ciberespacio
Así como el artesano que arma su hamaca con maña, nosotros también tenemos la garra para entrelazar nuestra sabiduría en este tejido digital.
Cada catracho lleva una mochila llena de cuentos, carcajadas, raspones y sueños grandotes. Ya es hora de que nuestra calidez tropical le quite lo frío al ciberespacio.
Vamos a poner nuestra voz en el mapa, compartiendo esas vivencias que solo nosotros tenemos, y así ponerle color y calorcito catracho al mundo virtual.
En resumen pues maje
Como Honduras, que con su belleza única y su mara luchadora se sobrepone a cada trancazo, nosotros también podemos darle la vuelta a la brecha digital.
Nutramos la internet no solo con datos y números, sino con el calorcito humano de nuestras vivencias, nuestras historias de barrio, y nuestra cultura.
Juntos, podemos hacer que lo que compartimos en la red sea tan sabroso y lleno de vida como un día de campo en Valle de Ángeles.